Un informe del IDA (Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino), que responde al ex ministro de Agricultura Julián Domínguez, marcó que durante diciembre de 2024 se incrementó fuerte la tendencia al incremento de las importaciones de alimentos, con un 82% de crecimiento respecto del fin de 2023, cuando asumía el nuevo gobierno de Javier Milei.
Mariano Winograd, un reconocido operador y analista del mercado frutihortícola argentino, fue consultado por este asunto y confirmó que esta tendencia se ve día a día en el Mercado Central de Buenos Aires y otros centros concentradores. Dijo que en algunos casos, el ingreso de frutas y verduras del extranjero puede explicarse en cuestiones “temporales”, pero que en la mayoría de los casos hay razones “estructurales” peligrosas. ¿Qué tan peligrosas? Al punto que muchos operadores están pensando más en traer un contenedor de afuera que en invertir en sus propias fincas, porque no tienen certezas.
-¿Estuviste hoy en el mercado? ¿Se ve fruta importada?
-Sí, se ve bastante fruta importada. El limón ha sido un poco lo elocuente, lo estridente, pero hay mucha cereza, hay mucho arándano, ha habido todo el año papa, cebolla, batata, zanahoria, anco, y ya apareció hasta alguna manzana de Estados Unidos. En breve aparece manzana de Chile, se vio obviamente mucha uva todo el año de Brasil, y seguramente en breve aparecerán más carozos de Chile, alguna ciruela, algún damasco.
-Estás nombrando todas frutas que la Argentina produce. No me dijiste ananá, que importamos, ni palta, de la que somos deficitarios, o kiwi, que tradicionalmente llega gran parte desde afuera. Estás nombrando frutas que Argentina tiene producción…
-Exactamente. Acá hay una cuestión. Probablemente es cierto que en verano haya algunas frutas de las cuales Argentina carece y que abundan en invierno, por ejemplo el caso más emblemático es el limón. Es cierto que hay algunas frutas como arándano, en donde tenemos una temporada desfasada de Chile, nosotros salimos más temprano. Pero hay otras importaciones que son más sorprendentes, como la batata, la papa, la cebolla, la zanahoria. Entonces hay una cuestión estructural y hay una cuestión estacional.
-Nos interesa bucear en las razones estructurales… ¿Por qué hay condiciones como para que ingrese con facilidad fruta que compite con la nacional?
-A ver, nosotros hemos tenido una inflación bastante importante en pesos, del orden del 120%, y hemos tenido una inflación mucho mayor aún en dólares. Porque el dólar se ha atrasado después de la devaluación inicial, se ha mantenido este crawling peg (Es un sistema de tipo de cambio que consiste en ajustar periódicamente el valor de la moneda en relación con otras monedas extranjeras. En Argentina, el crawling peg se implementó en diciembre de 2023) inicialmente del 2% mensual y ahora del 1%, cuando la inflación es de 2, 3 y fue en algún momento de 20%. Así que evidentemente a lo largo del año hemos visto una inflación en dólares. Hemos visto una apertura del mercado en donde efectivamente importar es mucho más sencillo. En el tiempo del kirchnerismo, importar era una hazaña, era solamente para los amigos del poder. Así como estaban Cristóbal López y Lázaro Báez en casinos y vialidad, también había amigos del poder en el mercado central que importaban fruta y los otros no. Luego está el tema de que, si bien tenemos un atraso de consumo y un atraso salarial en dólares, tenemos un poder adquisitivo recuperándose, lo que está demostrado por la cantidad de gente que va en tour de compras en vacaciones a los países vecinos. Y finalmente tenemos un atraso estructural de muchos años en la frutihorticultura, yo diría de 40 años.
-¿Atraso estructural? ¿Qué quiere decir?
-Si nos comparamos con Chile, con Perú, con Brasil, países que en la década del 80 eran incipientes productores y exportadores de frutas y hortalizas y hoy son potencias mundiales. Sobre todo Chile y Perú. En la Argentina pasó todo lo contrario, era una potencia mundial en el 70 y hoy es casi insignificante en el mercado de exportación de frutas.